Eduard Müller
Retrato
Nació 1911 en Neumünster (Schleswig-Holstein) en el ambiente de una familia sen-cilla y pobre con siete hijos, siendo él el más pequeño. Su padre abandonó a la familia, dejándola en precarias condiciones. Su madre consiguió sacar adelante a la familia con trabajos varios de costurera y de limpiadora de viviendas.
Terminados los estudios primarios, aprendió el oficio de carpintero. Participó activa-mente en el movimiento juvenil de su parroquia. Muy joven descubrió su vocación sacerdotal.
Percatándose de su vocación y talentos, fue su antigua maestra de escuela y su párroco, que comenzaron a darle clases particulares. Posteriormente, familias de la parroquia le financiaron sus estudios secundarios en el Internado Eclesiástico para Vocaciones Tardías San Clemente de Driburg. Ahí terminó en el año 1935 el bachillerato. La extrema pobreza en que vivió su familia, le marcó para toda su vida.
Recibió la ordenación sacerdotal en 1940. Su único destino fue la Parroquia del Sagra-do Corazón de Jesús de Lübeck. Se dedicó principalmente a la catequesis de niños y de jóvenes, que no habían llegado aun a la edad de su obligada afiliación al ejército nazi. Con ellos formó grupos de tiempo libre, contrarrestando en lo posible la influencia del ambiente nazi. Por esta labor, estuvo en la mira de los dirigentes de las Juventudes Hitlerianas. Incluso, los nazis intentaron captarle para que cambiase de bando.
Eduard Müller hizo justo lo contario. Consideraba su labor con los jóvenes, como competencia directa de las Juventudes Hitlerianas. Por su carácter alegre y amistoso, su forma de no ser autoritario, consiguió la admiración de los jóvenes. También tenía gran aprecio en los ambientes obreros.
Participó activamente en la elaboración y distribución de octavillas de información antinazi. Permitió, que en sus reuniones con miembros de la comunidad parroquial, se hablara críticamente del régimen.
Detenido por la Gestapo, se declaró “más bien apolítico”. ¿Pero, qué significaba en tiempos de un régimen totalitario, ser apolítico? Ya antes de su detención había mani-festado a sus amigos su premonición, que iba a acabar en un campo de concentra-ción.
Ya detenido, no perdió su tranquilidad y placidez. Stephan Pfürtner, su compañero de celda en la prisión, declaró: Nunca olvidaré sus ojos tranquilos y sosegados. Como tengo en mi mente sus saludos “buenos días” muy de madrugada y “buenas noches” ya con la noche avanzada. La impresión de un hombre que “nunca ha roto un plato”.
Toda su corta vida sacerdotal, fue en el fondo una contradicción rotunda a la despiadada ideología reinante, llena de odio y de violencia.
Texto: Bernhard Groten, Irún, España